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miércoles, 5 de octubre de 2011

INDEPENDENCIA E INTERDEPENDENCIA.

El adolescente se sirve del conflicto y de la rebeldía para alcanzar la autonomía y la independencia de sus padres. Desde mediados de los sesenta sobre todo, los medios masivos se han concentrado en la “brecha generacional” (consúltese el recuadro “Estudios de la diversidad”, página) y en los turbulentos conflictos entre padres e hijos. Las historias basadas en este tema pueden ser dramáticas e interesantes, pero no se dispone de suficientes pruebas que lo respalden. Las investigaciones al respecto indican que se ha exagerado el conflicto existente entre adolescente y familia.
Aunque la distancia emocional entre el muchacho y sus padres suele aumentar durante los primeros años de la adolescencia (Steinberg, 1988), esta tendencia no por fuerza genera rebeldía ni rechazo de los valores familiares. En estudio sobre 6,000 adolescentes de 10 países- Australia, Bangladesh, Hungría, Israel, Japón, Taiwán, Turquía, Estados Unidos y la es Alemania Occidental- Daniel Offer y sus colegas (1988)}aplicaron un cuestionario que se concentraba en la forma en que el adolescente percibe las relaciones familiares. Descubrieron que, en todas las naciones, la gran mayoría se lleva bien con sus padres y tenia actitudes positivas hacia la familia. Sólo pequeños porcentajes de los participantes aprobaban las siguientes ideas negativas:
Mis padres se avergüenzan de mi (7%).
Desde hace años tengo un resentimiento contra mis padres (9%).
Muy a menudo siento que mi madre no es buena (9%).
Muy a menudo siento que mi padre no es bueno (13%).
Mis padres me decepcionaran en el futuro (11%).

Las respuestas diferían un poco entre los países, lo cual subraya la importancia del contexto cultural en el desarrollo de los adolescentes. Loa jóvenes israelíes, por ejemplo, mostraron las relaciones familiares más positivas, probablemente por la importancia que concede a la familia la cultura judía tradicional.
Es necesario reconsiderar las definiciones de la autonomía que recalcan la libertad de la influencia de los padres. La independencia ha de tener en cuenta el influjo permanente que estos ejercen durante la adolescencia y después de esta. John Hill (1987) propone un método interesante para estudiar la búsqueda de independencia en esta etapa. Considera que la autonomía debería definirse como  autorregulación. La independencia implica la capacidad de hacer juicios por uno mismo y regular la conducta personal, lo cual se refleja en expresiones como “Piensa por ti mismo”. Muchos adolescentes aprenden a hacerlo. Reconsideran las reglas, los valores y los límites que experimentaron de niños en la casa y en la escuela. Algunas veces encuentran mucha resistencia en sus padres y esto puede producir conflictos. Pero por lo regular sus progenitores resuelven el proceso junto con ellos, disminuyendo en lo posible las áreas de conflicto y ayudándoles a aprender un pensamiento independiente y una conducta autorregulada (Hill, 1987).
Convertirse en adulto es desde luego, una transformación gradual. Exige ser al mismo tiempo independiente e interdependiente. La interdependencia se define como una dependencia reciproca. Las relaciones sociales son interdependientes como se observa, por ejemplo en el lugar de trabajo. Los jefes necesitan a los subalternos para producir y los subalternos a sus jefes para que administren la empresa. En conclusión, la interdependencia supone compromisos a largo plazo y apegos interpersonales (Gilligan, 1987).

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